lunes, 1 de agosto de 2011

Capítulo 2

-¡Hola!- grita eufóricamente mi abuela.

-¡Abuela, abuelo, cuánto tiempo sin veros!- grita mi hermana.

-¡Lucía, que grande estás ya!- dice el abuelo.

-Hola abuelos- dice mi hermano.

-¡Sergio, cuanto has crecido!- dicen los abuelos al unísono.

-Hola abuelos- les digo yo secamente.

-Hola cariño- dice mi abuela.

-No quería venir, ¿me equivoco?
-No, no te equivocas abuelo- le responde Sergio.
-Anda pasad, que vendréis cansados del viaje- dice mi abuelo.

Sin que nos lo pidan dos veces entramos en casa de los abuelos y vamos directamente a nuestras antiguas habitaciones. Comprobamos que están exactamente igual que la última vez que estuvimos allí. De pronto mi puerta se abre lentamente.

-¿Qué quieres, Lucía?

-¿Puedo dormir contigo?

-¿Para qué quieres dormir conmigo?

-Porque no quiero estar sola, ¿me dejas?

-Lucía necesito intimidad.

-¿Qué es eso?

-Pues que quiero estar sola para estar tranquila.

-Jope, yo quiero estar contigo.

-Mira hacemos un trato, te quedas en tu habitación y algún día que otro te vienes aquí, ¿qué te parece?

-Vale… pero me lo prometes, ¿verdad?

-Claro que sí princesa.

Mi hermana se da por vencida y se va a su habitación a deshacer el equipaje. De pronto oigo como la abuela nos llama a mis hermanos y a mí para que bajemos.

-Si queréis podéis ir a dar una vuelta y os despejáis, que venís atontados del viaje.

-Pero abuela, aquí no hay chicos de nuestra edad, no sé para qué vamos a salir…- dice Sergio.

-Pues ahora hay mucha gente de vuestra edad. Podéis ir a dar una vuelta y saludar a alguien.

-Pero no conocemos a nadie.
-Pues hacéis amigos, ¿no?
-Está bien abuelo, ya nos vamos, ¿Lucía, te vienes?

-Vale, ya bajo.

Dicho esto nos dirigimos a la puerta y acordamos con mi madre que sobre las dos regresaremos allí.
Una vez hemos salido decidimos rodear la casa de los abuelos y dirigirnos a la plaza del pueblo. No tardamos mucho en llegar allí, ya que está a unos cien metros de donde nos encontramos.
Encontramos a una gran cantidad de gente joven, cosa que hace unas horas no podríamos haber imaginado. Nos acercamos hasta un grupo de chicos y chicas que nos están mirando, e incluso algunos saludan con la mano.
-Hola- dice mi hermano.

-Hola- dice una chica.

-Hola, ¿no sois de aquí, verdad?- dice un chico, que no me quita ojo.

-No, acabamos de llegar-respondo yo.

-¿Y qué os trae por nuestro pueblo?

-Pues verás, nuestros abuelos viven aquí y hemos venido a pasar el verano con ellos

-Tiene que a ver sido duro, por dejar a vuestros amigos y eso, ¿no?

-Bueno, un poco sí, pero que le vamos a hacer.

-Si os apetece, podéis salir con nosotros

-Por mi vale- dice Sergio.

-Y por mí- contesto.

-Bueno si queréis podemos quedar esta tarde.

-Me parece bien, ¿a las cinco aquí?

-¡Ah, por cierto! Yo soy Sofía y éstos son Rubén, Carlos, Álex, Fernando, Paula, Sara y Ángela.

-Encantada, yo soy Clara y este es Sergio. Bueno, y esta es nuestra hermana Lucía.

-Pues encantados también.

-Bueno, nos vamos, que se van a enfadar nuestros padres, hasta esta tarde.

-¡Adiós!

Una vez nos hemos despedido nos dirigimos a una tienda a comprar chuches para nuestra hermana Érica, que está enfadada porque no había ningún niño de su edad y estaba aburrida. Parece que las chuches han hecho que se le pase el enfado. Cuando terminamos de comprar vamos a casa de los abuelos porque casi son las dos y no queremos llegar tarde.

-Ya hemos llegado- anuncia mi hermano.

-Muy bien chicos, a preparar la mesa que vamos a comer ya- dice mi madre.

-Érica, dame las chuches que no las vea mamá, que nos va a regañar, ahora te las doy- le digo susurrando a mi hermana.

-Vale, pero no te las comas.

-No te preocupes.

Dicho esto, subo a mi habitación a dejar las chuches de mi hermana y bajo a comer. Mi abuela ha hecho pollo al limón, mi plato favorito y también el de mis hermanos, sobre todo si lo hace ella.

-¡Está delicioso, abuela!- comenta mi hermano.

-Gracias, Sergio.

-Mamá, papá, hemos quedado esta tarde con unos chicos que hemos conocido, podemos ir, ¿verdad?

-Claro que si, Clara.

Mientras comemos hablamos con los abuelos de lo que hemos hecho desde la última vez que nos vimos. Ellos también nos cuentan cosas entre otras la historia del pueblo y de cómo se ha transformado.

-El pueblo empezó a rejuvenecer cuando se construyó un colegio para los pocos niños que había. Muchos de los pueblos de alrededor de este traían aquí a sus hijos y poco a poco la gente se mudó aquí y el pueblo comenzó a cobrar vida.

Después de decir esto, la abuela se levanta de la mesa y va a por el postre. Ha preparado tarta de manzana. Terminamos de comer el postre y la abuela nos indica que nos vayamos a nuestras habitaciones. Sin protestar, mis hermanos y yo subimos al piso de arriba. Érica viene conmigo para que le de sus chuches y Sergio va a su habitación. Una vez que Érica se ha ido cojo el libro que empecé a leer hacia un par de días y me pongo los cascos del MP4. Empieza a sonar Princesas de Pereza y escuchando esa canción me introduzco en el mundo de Carolina y sus amigas.

-Clara, ¿estás lista?

Sin darme cuenta llega la hora de irnos al lugar acordado con nuestros nuevos amigos.

-Sí, un momento, espérame abajo, que ya voy.
Me pongo lo primero que pillo, me peino un poco, me pongo unos pendientes de aro y bajo corriendo las escaleras.

-Ya estoy aquí.

-¡Nos vamos!

-¡No vengáis muy tarde!

-Vale, mamá.

Salimos de casa de los abuelos y vamos directamente a la plaza
.

No hay comentarios:

Publicar un comentario