jueves, 1 de diciembre de 2011

Capítulo 12

Durante el camino no hablo con mi hermano. Él me mira durante todo el trayecto, buscando algún gesto que le indique que estoy a punto de llorar. Cuando llegamos a casa nuestros padres nos están esperando en la puerta.
-Hola chicos- dice mi madre.
-¿Pasa algo?- pregunta Sergio alarmado.
-No, solo os queríamos decir que esta noche nos vamos a cenar fuera con los abuelos, así que os tenéis que quedar con Érica- dice mi padre.
-Pero hemos quedado con nuestros amigos- replico.
-Nos da igual, ya lo hemos decidido.

Dicho esto mis padres dan por zanjada la conversación. Sin perder tiempo subo a mi habitación, cojo los altavoces y me dirijo al cuarto de baño a ducharme. Al entrar cierro con llave y conecto los auriculares al MP4. Suena “Lo que nace se apaga”, de Dani Martín. Me meto en la ducha, escuchando la canción. Me siento identificada, es cierto que todo lo bueno se acaba. Es lo que me ha pasado a mí. Al pensar en eso una lágrima resbala por mi mejilla. Sin poder dejar de pensar en la tarde anterior, salgo de la ducha, me seco y me visto.
-Ha dicho mamá que bajes- dice Érica cuando me ve salir del baño.
-Vale- contesto.
Sin tardar mucho bajo al salón, donde me espera mi madre.
-¿Qué es eso?- pregunto al ver a mi madre dejando en la mesa un maletín.
-Es para tu hermano y para ti- responde.
-Pero, ¿qué es?- insisto.
-Un ordenador para que podáis hablar con vuestros amigos, súbelo si quieres a tu habitación.
No le doy tiempo a que me diga nada más. Cojo el ordenador y subo corriendo a mi cuarto. Cuando llego enchufo el ordenador y lo enciendo. Conecto un USB para conectarme a Internet abro Google. Busco algo para descargarme el Messenger. No tarda mucho en descargarse y una vez que está configurado me conecto con la esperanza de encontrar a mis amigas. Como si estuvieran pensando en que me iba a conectar, me llega una petición para una conversación conjunta. Sin dudarlo acepto.
-¡Hola Marta!- dicen todas sin dejarme tiempo a saludarlas.
-¡Hola a todas!- respondo- ¿Qué tal os va por allí?
-Genial, ¿y a ti?- pregunta Alba.
-Pues bueno, salvo un pequeño problemita, todo bien- contesto.
-¿Problemita?- dice Natalia- No me gusta cómo suena eso.
-¿Qué ha pasado?- comenta Elena.
Sin hacerme mucho de rogar les cuento la historia de Javi. No dicen nada durante un bueno rato, y yo tampoco me atrevo a decir nada. Al cabo de un rato Alba rompe el silencio creado en nuestra conversación que, a pesar de estar a muchos kilómetros de distancia, se ha vuelto algo incómodo.
-Olvídate de ese payaso, no te va a dar más que problemas.
-Es cierto, pasa de él.
-Pero chicas, ¿no creéis que es muy difícil que se olvide de él?
-¡Pues claro que es difícil, Elena!
-Pero si no lo intenta va a estar mal todo el verano.
-Hola, que estoy aquí, ¿sabéis?- digo un poco molesta.
-Perdona, no nos hemos dado cuenta…- se disculpan.
-Bueno chicas, os tengo que dejar que he quedado para dar una vuelta- digo con pesar.
-Cuídate canija- dice Elena.
-No ligues mucho- comenta Natalia.
-Un beso, pequeña- añade Alba.
-Adiós pavas, un beso- contesto cerrando la conversación.
Cierro la pestaña del MSN y me dirijo al armario. Busco una ropa adecuada. Me decido por una falda azul y una camiseta atada al cuello naranjo, con unas sandalias también naranjas. Me miro al espejo. Compruebo que aún queda media hora para irme. Me tumbo en la cama y me pongo los auriculares del MP4. Lo conecto en el modo aleatorio y comienza a sonar El error, de Maldita Nerea. Subo el volumen y cierro los ojos. Al abrirlos veo a Sergio sentado en la silla del escritorio. Me quieto los auriculares y lo miro.
-¿Qué quieres?- pregunto secamente.
-Necesito que me cuentes lo que pasó ayer.
-Ya te lo conté todo, así que, déjame.
-Entonces, ¿por qué Javi ha dicho eso?
-Porque es gilipollas, y ahora, vete por favor.
No añade nada más. Sale y cierra la puerta. Miro el reloj. Al ver la hora empiezo a pintarme. Cojo el eyeliner y me pinto la raya, a continuación, el rímel y por último una ligera sombra azul. Termino y me miro al espejo. Cojo un bolso y meto el móvil, la cartera y la cámara de fotos. Salgo de mi habitación y me dirijo a la planta baja.
-¿Dónde vais?- pregunta una vocecilla.
-De paseo con mis amigos, princesa- respondo con una sonrisa al ver a Érica- ¿Quieres venirte?
-¡Sí!- dice ilusionada- Pero… ¿no se va a enfadar Sergio?
-No, no te preocupes. Vamos, hay que vestirse.
La cojo en brazos y la llevo hasta su habitación. Una vez allí abro su armario y busco ropa. Elijo un vestido de lunares naranjas con fondo blanco y unas manoletinas naranjas. Se lo doy y comienza a vestirse. No tarda mucho. Salimos de su habitación y bajamos a despedirnos de nuestros padres.
-Mamá, ¿nos das dinero?- pregunto.
-Claro, toma- dices extendiéndome un billete de cinco euros.
-¡Gracias!
-¿Vais a volver muy tarde?
-No lo sé, papá.
-¿Y donde vais?
-Tampoco lo sé.
Mi padre se va molesto por no tener información, pero no protesta. Cuando baja Sergio me despido de mis padres y de mis abuelos y nos vamos.

Capítulo 11

-No pensaba que Javi pudiera ser así…- dice Sofía tras contarle todo.
-Sí, bueno, a veces las apariencias engañan- respondo secándome las lágrimas.
-Mira, lo único que puedes hacer es ignorarlo, y, sobre todo, intentar olvidarte de él.
-Ya lo sé, pero es que me había hecho ilusiones. Creo que en el fondo no quería hacerme daño.
-Bueno, lo importante es que intentes olvidarlo.
-Pero es muy difícil, ¿sabes?
-Sí, pero tienes que intentarlo.
-Tienes razón…
Nos quedamos un rato en silencio, no sabemos qué decir.
-¿Interrumpo algo?- pregunta alguien desde la puerta.
-No, ya nos íbamos, ¿verdad Marta?- contesta Sofía.
Al decir esto me coge de la mano y me arrastra hacia la zona de las piscinas, para reunirnos de nuevo con nuestros amigos.
-Marta, escúchame bien.
-Vale.
-Prométeme que si te dicen algo de Javi no vas a llorar.
-Te lo prometo- digo sin que apenas me escuche.
-Marta, en serio…
-No te lo puedo prometer, es muy complicado hacer como si no hubiese pasado nada, ¿sabes?
-Sí, lo sé.
Nos miramos sin decir nada. En los ojos de Sofía veo un brillo extraño, ahora es ella la que parece que va a llorar. Al darse cuenta de que la estoy mirando aparta la mirada.
-¿Quieres contarme algo?- pregunto al ver sus ojos llorosos.
-No, no te preocupes estoy bien- contesta intentando quitarle importancia.
La miro a los ojos y, a pesar de conocerla apenas un día, noto que le pasa algo.
-Sofía, te conozco poco, pero sé que te pasa algo.
-No es nada, en serio, vámonos con los demás, no vaya a ser que se enfaden- responde ella.
Volvemos junto a los demás, que nos están esperando para comer. No hablamos apenas. Al terminar de comer, decidimos jugar a las cartas.
-¿A qué jugamos?- pregunta Cris.
-A lo que queráis- responde Álex.
-¿Os apetece jugar al cuadrado?-dice Héctor tímidamente.
-Bueno, ¿es en parejas?-añade Ana.
-Sí, lo único es que estamos impares-contesta Sofía.
-No os preocupéis, yo no juego-dice Javi.
-¿Por qué?- pregunta Ángel.
-Voy a bañarme un poco, ahora vengo.
-Como quieras- añade Miriam.
Sin hacer más caso de Javi empezamos a hacer las parejas. Decidimos ponernos un chico y una chica.
-Sergio, ¿nos ponemos juntos?
-Verás Marta, es que me lo ha preguntado Sofía y le he dicho que sí.
-Ah, bueno, no importa.
Miro a Sofía un tanto incrédula. Ella me responde con una tímida sonrisa. Se la devuelvo.
-Marta, ¿te pones conmigo?- me preguntan desde detrás de mí.
Al girarme veo a Héctor, con una gran sonrisa.
-Sí, ¿por qué no?- contesto devolviéndole la sonrisa.
-Bueno, vamos a poner las contraseñas, ¿no?- pregunta Sofía.
Sin demorarnos más, Héctor me coge de la mano y me arrastra hacia un lugar apartado con el fin de poner la contraseña para este curioso juego en el que, cuando se juntan cuatro cartas del mismo número se gana, para ello la pareja tiene que decir ‘cuadrado’, de ahí viene el nombre del juego.
-¿Qué podemos poner?- pregunta él.
-No sé, algo que no se note mucho, ¿no?
-¿Cómo qué?
-Algo sencillo…
-No se me ocurre nada…
-¿Nos tocamos el pelo?- dice dubitativo- Es sencillo y no creo que se note mucho.
-Está bien, nos tocamos el pelo entonces.
Me mira a los ojos y me sonríe. No puedo evitar devolverle la sonrisa. Me quedo ensimismada en sus ojos verdes. Él mira mis ojos color avellana. Nos quedamos un rato en silencio, sin parar de mirarnos, hasta que una voz nos devuelve a la realidad.
-¿Venís o qué?- pregunta Ángela.
-Sí, ya vamos- contesta Héctor.
Caminamos el corto trayecto en silencio, uno al lado del otro. Llegamos donde están los demás y nos sentamos uno enfrente del otro. Comenzamos la partida. Sofía baraja las cartas y, a continuación, las va repartiendo. Una vez que todos tenemos las cartas, saca cuatro al centro y, cuando cuenta todos nos lanzamos a por ellas. Miro a Héctor y me hace la seña.
-¡CUADRADO!- grito sin perder tiempo.
-¿Ya?- pregunta Miriam desconcertada.
-Sí, ya- contesta Héctor en un tono de superioridad.
-¿Echamos otra?- pregunta Sergio.
-Vale, ¿quién reparte?- añade Cris.
-Yo mismo- dice Héctor.
Sin decir nada más, Héctor empieza a barajar y reparte las cartas. Durante un rato estamos jugando sin concentrarnos en nada más.
-¡Cuadrado!- grita Sofía de pronto.
-Ya veo que lo estáis pasando muy bien- dice Javi desde detrás de Sofía.
-Sí, bueno, pero has sido tú el que ha dicho que no quería jugar- contesta Sofía en tono de reproche.
-Ya veo que molesto.
-Javi, nadie ha dicho que molestes- replica Ángela.
Estamos un rato en silencio. Veo como Sergio se acerca a Sofía y le dice algo al oído. Sofía asiente y se ríe.
-Bueno, ¿vamos a darnos un bañito?- dice Álex rompiendo el silencio.
-Por mi sí- contestan los chicos.
-Pues vamos entonces.
Nos levantamos todos y nos dirigimos a la piscina. Nos tiramos en cuanto llegamos y comenzamos a salpicarnos unos a otros. De pronto, alguien me toca por detrás. Me asusto. Giro la cabeza y veo que es Javi.
-Marta, ¿puedo hablar un momento contigo?
-No, no puedes.
-Pero, ¿por qué?
-¿Te parece poco haberme humillado?
-Pero…
-Ni pero ni nada, déjame en paz.
Cabizbajo da la vuelta y se va. Estoy a punto de llamarlo pero Sofía me retiene.
-¿Qué quería?
-No lo sé, hablar conmigo.
-Pues no se te ocurra hablar con él, tienes que ignorarlo.
-Ya lo sé, no hace falta que me lo digas.
Nos quedamos un rato en silencio mirándonos la una a la otra. Sin darnos cuenta Sergio y Héctor se acercan a nosotras.
-¿Os pasa algo?- dicen al unísono.
-No, claro que no- respondemos también al unísono.
-¿De verdad?
-Totalmente.
Miro a Sofía y nos echamos a reír. Los chicos se quedan atónitos.
-Chicos, ¿os venís?- pregunta Ángela desde lejos.
-¿Dónde?
-Nos vamos ya, ¿venís o qué?
-Sí, claro, ya vamos.
Sin perder tiempo salimos del agua. Nos dirigimos a las toallas y recogemos todo. Nos dirigimos a los vestuarios y nos cambiamos. Tardamos poco. Salimos a la calle y allí nos ponemos a hablar.
-Bueno, ¿quedamos esta noche?- dice Álex.
-Por mi sí- contesta Ángel.
-¿A qué hora quedamos?- pregunta Miriam.
-A las nueve en la plaza- responde Ángela.
-Allí nos vemos entonces- añade mi hermano.
No decimos nada más. Me despido de las chicas y me dirijo, seguida por mi hermano, hacia la casa de nuestros abuelos. Cuando empezamos el camino conecto el MP4 para evitar tener que hablar con Sergio.